Teatro Municipal: Historias que van más allá de los reflectores
Por José Francisco Montecino.
“Christian Baeza es el que viene llegando en el auto que se está estacionando allá”. Veo al actual director de la Orquesta Sinfónica de Antofagasta bajarse raudo de su auto, como me indicaron en portería.
Son las 20:00 en punto, tal cual indicó el director de la OSA que estaría en el Teatro Municipal, preparando y afinando todos los detalles para presentar “Cascanueces” el fin de semana que se aproximaba. Eso sí, pide que lo espere, debido a que el ensayo está próximo a empezar y no puede retrasarse, dejando la gran oportunidad de ver cómo ensayan, cómo funcionan, cómo el engranaje musical funciona a la perfección, coordinándose de manera armoniosa con los delicados movimientos de la Escuela de Ballet.
El Teatro Municipal fue la respuesta a una revolución cultural que estaba sufriendo Antofagasta en la mitad del siglo XX. La ciudad ya no solo recibía compañías pequeñas de teatro, era un foco de atención para grandes agrupaciones artísticas, con el objetivo de mostrar su material.
Aun cuando existían puntos que estaban destinados a este tipo de espectáculos, como es el caso del Teatro Latorre o la Sala de la Universidad de Chile, estos comenzaron a quedar obsoletos ante este movimiento. En 1963, se daría el inicio a este proyecto.
El prototipo buscaba levantar un teatro con la capacidad para 1500 personas, contando además con una biblioteca y salón de artes.
Baeza llama a sus soldados a bajar sus armas. Es la hora del descanso. La hora para conversar con él.
El director rememora sus inicios con la música, aquel día en que su madre le regaló una flauta dulce a los 7 años. La primera vez que entró al Teatro Municipal se enamoró “de este cuento”. “Vine a ver a un profesor tocar con la Orquesta Sinfónica. Era chico aún, creo que hasta me quedaba dormido entremedio, pero me encantó la música en vivo.”
Corría 1988 y Christian debuta en el Teatro, aun cursando 4to medio. Con la posibilidad de reemplazar al segundo oboe de la Orquesta, tomó la oportunidad y no se movió de ahí hasta que partió a Santiago a estudiar.
Entre risas, el director recuerda aquellos años en que se usaba el telón para abrir y cerrar los conciertos en el Teatro Municipal. Una vez, el telón se cerró, dejando sólo al primer violín afuera. “Fue una risotada para todo el mundo. El pobre tipo trataba de abrir los pliegues, pero nunca encontró la entrada.”
A mediados de los 60, se acordó utilizar terreno eriazo, propiedad de la Municipalidad de Antofagasta. El mismo lugar en que hoy se ubica el actual recinto, en la calle San Martin, a pasos de la Plaza Colón.
Sin embargo, existieron diversos problemas que frenaron la obra. Se cuenta que alguien escapó con el dinero destinado a la construcción. Otros en cambio, afirman que no había suficientes recursos.
La obra inicial se congela.
Roberto Cardozo lleva 18 años en la Orquesta Sinfónica, tomando el cargo del segundo trombón. Nacido en Uruguay, creció en una familia repleta de músicos, no era extraño que la pasión musical comenzara a burbujear en su sangre.
Su primera experiencia musical fue con el grupo Chocolate, autores de la famosa canción “Mayonesa”.
Enamorado y posteriormente casado con una antofagastina, se mudó a la capital regional en 1999. A la semana asiste a un concierto de la OSA en el Teatro Municipal, donde se percata que falta un trombón en el equipo. Cuando se acerca a consultarle al director si podía ingresar, éste lo cita a dar una prueba de ingreso. Desde ese momento nunca más dejó la Orquesta. No pasó ni un mes y debutó en el Teatro Municipal.
El músico se emociona al recordar aquella vez que participó en la Gala de Tango en el teatro, cuando vino el nieto de Astor Piazzola. Su voz se quiebra cuando nombra la canción “Adiós Nonino”, la que revive con más fuerza la memoria de su madre. “Mientras tocaba lloraba. Todos músicos somos sensible, se transmite los sentimientos a través de la interpretación.”
En 1975, el arquitecto Alejandro Cresta retoma los planos del congelado proyecto, realizándole diversos cambios para reiniciar las obras de construcción. Luego de todos los tropiezos, finalmente el Teatro Municipal se inaugura en 1981.
Sin embargo, los problemas no quedaban atrás.
El periodista Isidro Morales; recuerda los tiempos en que estuvo en El Mercurio de Antofagasta como editor y la campaña que se levantó mediante el diario para recolectar fondos para comprar butacas. La idea principal era conseguir butacas o su equivalente en dinero de parte de particulares, pero la idea principal era lograr la ayuda de instituciones.
De a poco el Teatro Municipal fue mejorando los complementos básicos de un recinto de este tipo. Se mejoró la iluminación, se habilitó el espacio de la Orquesta, se colocaron las cortinas, entre otros.
“Este lugar fue el que acobijó a la Orquesta Sinfónica de Antofagasta, fundada al principio en la sede de la Universidad de Chile, hoy la UA”, comentó Morales, aun cuando recalca que los músicos de la OSA en ese entonces debían enfrentar varias precariedades, como la falta de instrumentos, asientos y atriles.
Ubicado en Sucre 433, el edificio cuenta con hoy con 867 butacas y el título de uno de los escenarios artísticos más importantes del norte del país, recibiendo a artistas de renombre nacional e internacional.
Sin embargo, lo último podría generar algo de ruido, debido a que la gran mayoría de los shows que se realizan dentro del Teatro Municipal son de carácter externo, siendo arrendado por artistas foráneos que buscan un espacio amplio para mostrar su trabajo en la ciudad.
Por ejemplo, la Orquesta Sinfónica de Antofagasta realiza un concierto por mes. Por esta razón, la organización debe buscar otras formas de recaudar dinero en los espacios de inactividad.
Para muchos, el 2013 fue el mejor año del Teatro Municipal, recibiendo aproximadamente 70 mil personas en los 150 shows que se realizaron durante dicho año, los que varían desde ciclos de jazz, ballet, diversas obras teatrales, Manuel García y las míticas bandas tributos Brain Damage (Pink Floyd) y Piedra Negra (Pearl Jam).
A los 10 años, Rocío Araus fue matriculada por sus papás en el Liceo de Desarrollo Artístico Armando Carrera González, donde se impartían clases como ballet, violín y gimnasia rítmica.
La primera vez que estuvo arriba del escenario fue animando un show para niños. “Tenía 10 años, era chica, tenía que leer las tarjetitas, como en el Festival de Viña del Mar.”
En el ámbito artístico, Rocío desde pequeña se presentó en el Teatro Municipal interpretando junto a la orquesta del liceo, en diversas galas donde compartía escenario con otras agrupaciones musicales.
“Estaba ahí, escuchando a las otras orquestas, y diciendo “ese niño toca más bonito, ¿qué pasa si me equivoco?” pero una vez arriba, todo es distinto, no ves a la gente, sientes las luces y el calor asqueroso, pero te concentras en tu trabajo y disfrutas la sensación”.
A la visión de la joven, el Teatro es un espacio maravilloso. “Una vez que entras, hay un ambiente muy bohemio y extraño, eso es genial.” Además, considera que la organización está haciendo un buen trabajo, sacando adelante nuevos proyectos que van más allá de la Orquesta Sinfónica.
Rocío reflexiona que “la gente debería ir más al teatro, se hacen millones de actividades gratuitas, todas las semanas. La gente debe apreciar lo que hay y el contenido que se entrega.”
En este sentido, Cardozo manifiesta que faltan muchas cosas en el Teatro Municipal, como la concha acústica, desarmada hace casi 8 años, haciendo mucha falta a la hora de interpretar, debido a que proyecta mejor el sonido. “Lo hacen ahora con amplificación, y no es lo adecuado para un recinto cerrado.”
El músico también recalca lo mucho que se ha mejorado en el recinto. “Hace 10 años atrás, tuvimos mala administración, se vio reflejado en nosotros. Pero ahora se ha mejorado muchísimo, inclusive en los sueldos. Después de negociaciones colectivas, logramos nivelar los pagos con respecto a otras orquestas del país, como Concepción.”
Baeza recalca que lo mejor del Teatro abre sus puertas a la gente, para que todos tengan acceso a la cultura mediante al ballet y la música. “Nos falta muchísimo apoyo de parte de las autoridades. El arte no genera plata, falta inyectar recursos.”