La maternidad sin prejuicios según la escritora antofagastina María Luisa Córdova
Por Fabiola Riveros
La maternidad nos cambia para siempre. No existe un manual ni receta para lidiar con el pequeño jefe que tienes frente a ti. Eso bien lo sabe la periodista antofagastina y mamá de Lorenzo, María Luisa Córdova, quién a sus 30 años lanzó su libro “Mamerta, bitácora de campo de una madre desnaturalizada”. Sin embargo, María Luisa asegura que “Mamerta” no es un libro, sino un cuaderno de anotaciones auto-etnográficas. “Una bitácora de campo de una mujer que decidió seguirse a sí misma mirándose de cerca, utilizando el humor negro para describir la transfiguración que vive al convertirse en madre”.
- ¿Cómo nace Mamerta?
Mamerta surgió como una explosión de sinceridad en estados de Facebook. Durante mi embarazo y los dos primeros años de mi hijo, encontraba muy terapéutico expresar todo lo que iba viviendo en esa red social y que, justamente, representaba a varias mujeres. Era divertido hacer el ejercicio de exponer párrafos con diversas historias muy dramáticas de lo cotidiano que es ser mamá, con un lenguaje sencillo y en lo posible, gracioso, para que tampoco aburriera a quienes no están interiorizados con el tema. Estas publicaciones se fueron viralizando y fueron mis propios amigos y conocidos de Facebook los que me empezaron a pedir un libro recopilando todas estas historias, yo creo que fue eso lo que llamó la atención de Ediciones Hurañas, que finalmente apostó por este proyecto y tuvo toda la disposición para concretar el tema de la ilustración y el formato.
Mi trabajo duró alrededor de cuatro meses, en donde recopilé y ordené de forma cronológica todos estos estados de Facebook y usé párrafos para ir uniendo estas historias y así formar lo que finalmente se transformó en una historia relatada como una crónica.
- ¿A quiénes van dirigido Mamerta?
Creo que Mamerta no tiene un público único. Me gustaría pensar que está dirigida a todos, a las mujeres que fueron madres, a las que quieren serlo e incluso a quienes no quienes detestan la idea de traer un ser humano al mundo. También a los hombres que conviven con estas mujeres. Creo que todos podríamos sentirnos identificados con ciertos pasajes de la historia, todos hemos escuchado aquellos prejuicios en torno a la maternidad y todas las vicisitudes que implica aquello.
- ¿Esperabas compartir con otras madres tu experiencia con la ardua tarea de la maternidad?
La verdad es que no. Me resultó terapéutico soltar toda esta historia, que tiene mucho de soledad, desapego y depresión post parto. Durante mucho tiempo estuve de espectadora mirando una serie de grupos en redes sociales autodenominados “mamás pro” y sentía que mi posición de mamá, era muy contradictoria a las de otras, no todas por supuesto, pero sí de varias. Por ejemplo, decir a viva voz que no quise dar pecho porque encontraba que era incómodo y hacía dependiente a la guagua de mí, resultó ser algo escandaloso. O el hecho de que yo escogiera la cesárea y no el parto natural. Me juzgaron mucho por algunas decisiones que tomé y en ese juzgar, de mi propio gremio de las madres, existió también mucho comentario agresivo pasivo. Quizá yo tuve la mala experiencia de no vivir esa sororidad de la que tanto me hablaron.
- Defíneme la hermosa y caótica palabra: maternidad.
La maternidad es un estado permanente de ingratitud y felicidad. Al comienzo, cuando el bebé es muy pequeño, creo que no es nada agradable, cuando estás aprendiendo a identificar tantos tipos de llanto y el cuerpo de una está tan cansado, abrumado y consternado por este nuevo tipo de vida del cual no te puedes escapar. Es como una dulce condena. Es curioso porque todo el mundo pareciera darte apoyo y una suele escuchar la frase “tranquila, no estás sola”, pero en realidad sí estás sola. No puedes abandonar el hecho de ser madre y si lo abandonas, por salir a carretear una noche, por ejemplo, eres una madre terrible. Me pasó un par de veces, dejé a mi hijo de seis meses en la casa cómodamente abrigado junto a su padre para ir a tomar unas cervezas con mis amigos y lo primero que me preguntaron fue con quién dejé a la guagua. Curiosamente, esa pregunta no se la hacían al papá de mi hijo cuando salía a tomar una cerveza. Hay mucho machismo en el ejercicio cotidiano de la maternidad. Yo siento que me impuse sobre todo eso. Pude haber salido a carretear, pero jamás descuidé a mi hijo y al día de hoy me siento muy orgullosa del camino que tomé porque no dejé de lado el ser mujer y profesional, como tampoco dejé de lado el inculcar hábitos buenos en mi hijo.
- ¿Qué esperas de tus lectoras madres/futuras madres?
Espero que las madres y futuras madres se tomen las cosas con menos gravedad. A los hijos hay que amarlos y protegerlos, pero también dejarlos ir, no podemos pretender ir por la vida sobreprotegiéndolos. Es una cuestión bastante difícil porque el instinto te dice lo contrario todo el tiempo, pero todos los días hago el esfuerzo por tratar de que mi hijo dependa lo menos posible de mí, porque no le voy a durar toda la vida. Creo que las madres y futuras madres deben criar como les parezca, sin tomar en cuenta lo que opinan los y las demás.