Especial Lollapalooza: El Indie rock cerró la séptima versión del festival
Por Kathleen Pérez.
Domingo 2 de abril a pleno medio día, el calor se empieza a sentir en los asistentes a la segunda jornada del festival Lollapalooza Chile 2017. En un abrir y cerrar de ojos, el público repleta los espacios tanto para esperar a los artistas como para disfrutar de las actividades que venía de la mano de los auspiciadores.
En un recinto que, a pesar de que el espacio parecía a ratos no dar abasto para tanta gente, se vivieron momentos para todo público. En el stage Kidzapalooza, no era extraño ver a niños junto a sus padres disfrutando del día, de la música y las variadas puestas en escena, sin contar claro, a los jóvenes y adolescentes, que eran la mayoría de los asistentes en este sector.
Los platos fuertes incluyeron a The Strokes, The Weeknd y Duran Duran, quienes repletaron sus respectivos escenarios causando, por ejemplo, que seguridad tuviera que ayudar a sacar a gente desvaneciéndose y hasta lesionada en la emoción.
Los más de 160 mil asistentes al festival pudieron disfrutar desde el último hit del verano hasta clásicos ochenteros, además de artistas que visitaban a Chile por primera vez, como Catfish and the Bottlemen, Melanie Martinez y Vance Joy, entre otros.
Los encargados de finalizar esta versión fueron Martin Garrix junto a la banda indie rock, The Strokes. Ambos shows estuvieron repletos, y lograron cautivar a su público que, en el caso de Garrix, hizo una fila que ocupaba decenas de metros del parque. Ya una vez dentro del “Perry’s Stage”, reventaron el lugar, generando quejas por el espacio.
A su vez, The Strokes tuvo un accidentado comienzo donde ni la voz de Julian Casablancas ni el bajo se escuchaban. Aún así sobrellevaron bien la situación, volviendo a tocar The Modern Age, canción que se vio afectada por estas dificultades. Los fanáticos, que esperaban su vuelta desde 2005, no pararon de corear el resto del setlist, finalizando con pirotecnia que sólo agregó más emoción a los tan esperados Strokes.
En resumen, un festival completo y sumamente concurrido, lleno de arte, espacios de concientización y mucha, mucha música, que deja ver que en Chile somos unos fanáticos de los mega-eventos y que Lollapalooza logra reinventarse año a año, siendo uno de los favoritos del público nacional.