Avisaje estatal: la oscura relación entre la política y el oligopolio
En septiembre de 1915, al finalizar la celebración de un congreso revolucionario en Suiza, Trotsky redactó El manifiesto de Zimmerwald contra la guerra, texto que ya en aquella época advertía sobre el peligro de una prensa capitalista y amordazada. Precisamente, este pareciera ser el escenario en que hoy se desenvuelve el periodismo perteneciente a los grupos empresariales y el periodismo regional y/o independiente. ¿Por qué? Por el controvertido avisaje estatal que, para explicarlo de manera sencilla, corresponde al gasto anual que hace el Estado en publicidad oficial y avisos en medios de comunicación.
Al parecer, Nietzsche tenía razón cuando nombró al Estado como “el más frío de todos los monstruos”, puesto que, como informa El Mostrador, en 2013 el Estado de Chile gastó alrededor de 19 millones de dólares en medios impresos y electrónicos, de los cuales más de 13 millones fueron para el duopolio comunicacional (El Mercurio y Copesa). El hecho de que esta discriminación hacia el periodismo independiente permanezca impune se explica porque no existe ningún tipo de fiscalización respecto al gasto que realiza el Estado en esta materia, ni tampoco una cifra oficial que sirva para transparentarlo.
En relación a lo anteriormente expuesto, y en el marco de la discusión de la Ley de Presupuesto 2017, el Partido Comunista y la Izquierda Ciudadana, con el apoyo del Colegio de Periodistas de Chile, enviaron dos indicaciones en la partida del Ministerio Secretaría General de Gobierno. Estas indicaciones tenían como objetivo combatir la concentración de propiedad de los medios de comunicación en Chile y aumentar la equidad de distribución del avisaje estatal. Sin embargo, la iniciativa legal, que fue aprobada por mayoría en la Cámara de Diputados, declaró inadmisible una de las indicaciones.
Lo realmente preocupante está en que, según el libro El Precio del Silencio (2008), en Latinoamérica existen cuatro tipos de censura indirecta: el manejo abusivo de la publicidad oficial para influir en el contenido, asignación discriminatoria de publicidad en favor de aliados políticos, uso de publicidad oficial como propaganda y los pagos hechos directamente a periodistas. Una frase del buen Nietzsche que para mí define muy bien la injusticia que vive hoy la prensa independiente es: “No hay una calamidad mayor en todo destino humano que el hecho que los poderosos de la tierra no sean a la vez los hombres primeros y mejores. Entonces todo se hace falso, torcido y monstruoso”.